El valor de las experiencias y lo milagroso.
Estoy comenzando
asustarme por el peligro y la amenaza para el verdadero cristianismo que supone
esta teología de las experiencias y de lo milagroso.
Un hermano entra en
una iglesia diciendo que una noche tuvo una experiencia con el Señor mientras
oraba, este hermano dice que vió al Señor Jesús que le
miraba y ponía sus manos sobre Él. Otro hermano pide que en las reuniones se
dedique más tiempo a la alabanza con música alegre y rítmica, (y por lo tanto,
menos tiempo a la enseñanza de la Palabra), al parecer según él, cuanto más
emocionante sea el culto, más espiritual será. Otro hermano dice tener el don
de sanar cuando ora por un enfermo, dice que una vez vió
como una sombra negra salía por una vecina por la que oró. Otro dice que ve
demonios salir de su televisor, e incluso reprende la televisión cuando salen
imágenes inmorales (aunque no tiene el valor de apagar la TV, o cambiar de
canal).
Es posible que os
parezcan casos exagerados, pero son CASOS REALES, en la mayoría de ellos
conozco a la persona que ha tenido esta "experiencia", en unos pocos
conozco a la persona por referencias directas.
¿Pueden o no pueden
darse estas experiencias?, mirad, esto es lo menos importante, es mi convicción
que Dios es soberano, y puede intervenir a su antojo. Con eso espero zanjar
esta pregunta, pero no es esa la cuestión, la cuestión es:
¿son
las experiencias un fundamento válido para mi vida y para mi fe?.
¿qué
lugar ocupan las experiencias en relación con la Palabra de Dios?.
Las experiencias son
un terreno inestable. ¿Sabéis cual es la montaña rusa más grande del
mundo?, ¿será acaso la que se encuentra en Disney
World?, ¿se encuentra tal vez en Sydney, Australia?.
Definitivamente no, la montaña rusa más grande es la montaña rusa de
nuestras emociones. Hoy estoy eufórico, ¡la vida me sonríe!, ¡mi iglesia es
fantástica y los hermanos son estupendos!, me siento lleno del poder de Dios y
del gozo del Espíritu Santo, tengo fe.... Pero mañana estoy deprimido, no tengo
ganas de orar, estoy descontento conmigo mismo, ¿habré perdido mi salvación?,
Dios no escucha mis oraciones, ¿estaré poseido por
demonios?, etc...
Mis emociones son muy
cambiantes. Tan cambiantes como mis hormonas. Si estoy cansado puedo llorar
fácilmente o enfadarme por una tontería, pero si esta mañana hace sol me voy al
trabajo cantando alabanzas.
Mis experiencias son
muy cambiantes. Esta mañana olvidé hacer un recado muy importante para mi
esposa, ella se ha quedado dolida y me siento fatal. Cuando recogí mi coche del
taller el mecánico me ha dicho que la reparación va salir realmente cara, esto
me viene en un mal momento, me siento desalentado, ¿no podía el Señor haber
hecho algo?. A medio día me dicen en la empresa que
vamos a hacer puente esta semana, ¡así que tengo cuatro días libres!, me siento
por las nubes. A diario me ocurren experiencias buenas y malas, agradables y
desagradables, a mi alrededor hay gente que enferma, que muere, que se casa,
gente que me ama y me respeta, y gente que me hace daño. Un día es distinto a
otro día, las experiencias me influyen, influyen en mi estado de ánimo, incluso
(por desgracia) a nivel espiritual también.
Si mis emociones son
cambiantes, y mis experiencias son tan distintas, ¿dónde puedo encontrar
estabilidad?, ¿dónde puedo encontrar reposo?, ¿dónde encuentro seguridad?.
Una experiencia como
no hubo ninguna. Tenemos amigos y hermanos que defienden las
experiencias. Dicen que los no creyentes no creerán si no ven milagros del
poder de Dios. Dicen que los creyentes aumentarán su fe si ven milagros o
tienen experiencias. Dicen que las experiencias son un fundamento válido para
la vida cristiana.
Mirad, os voy a contar
la experiencia de un hombre sencillo. Para conservar su anonimato vamos a
llamarlo el hermano P. Tengo que decir que creo lo que este hombre dice, no
estamos hablando de un lunático ni de un fanático. Creo que este hermano es un
hombre de Dios y equilibrado. Este hombre declaró delante de otros creyentes
que había visto al Señor Jesús, pero no lo vió de
cualquier manera, lo vió manifestando su gloria de
forma indecible. Con toda la tranquilidad del mundo este hermano dice que una
noche el Señor Jesús comenzó a brillar delante de Él, con una fuerza y una
belleza que no puede ser descrita, dice que después escuchó una voz que decía:
"Este es mi Hijo amado, a Él oid".
Sinceramente, de todas
las experiencias que he oido a hermanos JAMAS HE OIDO
UNA EXPERIENCIA COMO LA QUE ESTE HERMANO DIJO. ¡Ver a Jesús en gloria!.
Muchos dirían:
"si yo hubiera tenido esta experiencia ya no sería el mismo, seguro que
espiritualmente quedaría lleno de fe y poder". Pero el hermano P. no
piensa así, aunque tuvo esta experiencia tan extraordinaria, de hecho él dice
algo así: "aunque tuve esta experiencia, lo más seguro es la Palabra de
Dios, ¡esta sí que es un fundamento seguro y una
antorcha que brilla en lugar oscuro".
Para aquellos que no
sepáis quien es el hermano P, os diré su nombre, se llama Pedro, y era un
pescador y apóstol de nuestro Señor. La experiencia que tuvo la relata en 2 Pe
1.16-21. Y él utiliza esta experiencia para decir a los hermanos que no nos
fiemos mucho de las experiencias, visiones, sueños, porque nosotros tenemos la
palabra profética que es más segura.
"Porque no os
hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo
fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos
su majestad. 17Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria,
le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo
amado, en el cual tengo complacencia. 18Y nosotros oímos esta voz
enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. 19Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar
atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día
esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, 21porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo."
Nuestro hermano Pedro
dice: "nosotros hemos visto la majestad de Cristo con nuestros propios
ojos, nosotros hemos oido con nuestros oidos la voz de Dios, pero lo más seguro es la Palabra de
Dios, ella es una antorcha que alumbra en este mundo de oscuridad, hacéis bien
en estar atentos a ella".
¿Visiones?, ¿sueños?,
¿experiencias?, Dios puede hacer lo que quiera con lo suyo, pero no hagamos de
esto un fundamento seguro, aun viniendo de Dios, no son un fundamento seguro:
la Palabra de Dios, en cambio, sí que lo es.
Gracias a Dios no
tenemos que ser víctimas de nuestras emociones, o de nuestras experiencias,
estas no son un terreno estable sobre el que afirmarnos, en cambio la Palabra
de Dios sí es un terreno estable en el que afirmarnos.
¿Traen fe los milagros?.
"El mundo se cae a pedazos por causa de la incredulidad, hoy en día la
gente no tiene temor de Dios, ¿cómo puede terminar esta situación?, si al menos
los incrédulos y los racionalistas de este mundo vieran un milagro, entonces
clamarían a Dios y creerían, si Dios les concediera ver un milagro de poder
ellos caerían de sus caballos como San Pablo y entenderían. Hoy en día la
iglesia necesita una evangelización de poder, con milagros, sanidades,
exorcismos, es entonces cuando los incrédulos creerán".
Así es como piensan
muchos bien intencionados cristianos. El argumento parece loable, no hay poder
= no hay milagros = no hay conversiones. Y lo contrario: hay milagros= aumenta la fe = aumentan las conversiones.
Bien, eso es lo que
piensan ellos, veamos que es lo que piensa el Señor Jesús, Aquel que es Cabeza
de la Iglesia, su fundador:
En una ocasión unos
enemigos de Jesús sumamente incrédulos se acercaron a Él, querían verle hacer
un milagro, una señal. Le dijeron a Jesús que si les hacía una señal milagrosa,
entonces ellos creerían. ¿Qué hizo Jesús?, para algunos creyentes lo ideal
hubiera sido que hiciera un milagro y así dejarlos mudos de asombro, en cambio
esto es lo que nuestro Señor respondió:
"9El respondió y
les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será
dada, sino la señal del profeta Jonás." (Mt
12.39).
La generación mala,
¿qué es lo que pide?, ¡señales!, el pedir milagros es la característica de la
generación MALA y ADÚLTERA, ellos no quieren andar por fe, sino por vista (2 Co 5.7 "porque por fe andamos, no por vista"), no
entienden que la salvación es por medio de la fe, no por medio de la vista (Ef 2.8-9). El Señor dijo que a su pueblo le iba a hablar en
otras lenguas (ciertamente una señal, un milagro), y dice: "En la ley está
escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun
así me oirán, dice el Señor." (1 Co
14.21).
Hay otro ejemplo que
nos marca la Biblia acerca de la incredulidad del ser humano aunque se le
presenten milagros, y de la seguridad y la suficiencia del testimonio de la
Biblia. Hubo un hombre que murió (y esto es una historia real, no una
parábola), fue llevado al lugar de tormento, y estando en sufrimientos le pidió
a Abraham que pudiera aparecérsele a sus hermanos, él pensaba que si su familia
veía a un muerto aparecérsele, entonces creerían, Abraham le responde:
"Si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos." (Lc 16.31).
¡Cuanta razón tiene la
Palabra de Dios!, nuestro Señor resucitó después de tres días en la tumba, con
todo, sus enemigos no creyeron, al contrario, buscaron excusas y sobornaron a
soldados para que mintieran: el corazón humano es tan incrédulo que aunque
tenga milagros delante suya los negará y se justificará con mentiras. ¡Pero hay algo más importante que dice Abraham: "Si no
oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán", el testimonio la
Palabra de Dios (Moisés y los Profetas) es suficiente para los que vivimos. Da
igual si vemos a alguien levantarse de entre los muertos, eso ya ocurrió y el
mundo no creyó, ¿es que en estos tiempos será distinto?, el corazón humano no
ha cambiado.
¿Qué es la fe?. La
idea popular entre los cristianos hoy en día es: "necesitamos milagros
para que la gente crea, si la predicación del evangelio no va acompañada de
milagros es una predicación incompleta. El mundo necesita ver a Dios obrar, y
así creerá".
Esto es otra forma de
decir: "La fe viene por ver". Esta afirmación es una montruosidad que retuerce la Palabra de Dios, es como
burlarse de Heb 11.1 y traducirlo así:" Es pues
fe, la certeza de lo que ya se tiene, la convicción de lo que se ve",
mientras que la Palabra dice:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve."
Lo que la Biblia
enseña es justo LO CONTRARIO a lo que muchos creyenten
enseñan y creen hoy en día. La fe es esperar sin haber recibido (aún), es estar
convecido de lo que no se ve (aún). Muchos de los
presuntos convertidos en esos espectáculos desaparecen junto con la emoción de
los primeros momentos, cuando pasa la algarabía y el frenesí, no hay evidencia
de una VIDA TRANSFORMADA POR EL PODER DEL ESPIRITU SANTO, evidencia que se ve
en la vida de los creyentes.
La historia da
testimonio de una gigantesca lista de creyentes que vivieron por fe, y murieron
si haber visto ni recibido (aún) lo prometido. Un buen resumen de esa lista lo
vemos en el mismo capítulo 11 de Hebreos. Estos
hermanos y hermanas tenían fe,pero
fe en el sentido bíblico: estaban seguros de lo que esperaban y convencidos de
lo que no se veía. Les bastó con creer lo que Dios había dicho por medio de sus
profetas, o por medio de su Palabra. Al parecer eso no es suficiente para
algunos.
Hoy muchos quieren
andar por vista, no por fe (Rm 9.32), dicen "Señor,
quiero creer, ¡muestrame tus obras!", estos
ignoran que por siglos hombres y mujeres santas murieron sin haber visto en sus
días la venida del Mesías (Heb 11.13), otros mártires
murieron cruelmente en Coliseos, cárceles y hoguera sin ver la liberación del
Señor, sino esperando una mejor resurrección. Ellos andaban por fe, no eran
creyentes débiles, eran creyentes espirituales que vivían por las promesas y
según las palabras de nuestro Señor son bienaventurados porque: "bienaventurados
los que no vieron, y creyeron" (Hch
20.29).
Hermanos, volvamos a
la Palabra de Dios, y no nos dejemos arrastrar por las modas espirituales,
estas modas vienen y van, y por desgracia a su paso dejan un rastro de
desengaño, dolor y frustración.
¿Es suficiente un milagro
para saber que algo viene de Dios?. Esta generación está
cautivada por lo sobrenatural y lo milagroso. Parece que lo que pone fin a una
discusión es el milagro. Si un predicador se presenta a nosotros, con su
vocabulario cristiano, citando la Biblia (al menos aparentemente), diciendo que
le han ocurrido cosas fantásticas, milagros, visiones, señales, sueños, etc... o incluso HACIÉNDOLAS, ¡no
dudamos!, este hombre viene de Dios, ¡no hay duda!, ¿cómo si no, podría hacer
las cosas que hace?.
El propósito de los
milagros no es MATAR EL DISCERNIMIENTO. Un milagro puede ser o verdadero o
falso (apariencia de milagro, fraude, o de nuestros sentidos afectados por
fuertes emociones), y si es verdadero, es algo evidente y cierto, NO POR ELLO
TIENE QUE VENIR NECESARIAMENTE DE DIOS.
Veamos algunos casos.
Dos hombres llamados Janes y Jambres, estos hombres
hicieron milagros muy semejantes a los milagros de Moisés (Ex 7.11), ¿mostraban
estos milagros que venían de Dios?, no, ¿eran semejantes a los milagros que
Dios hizo?, sí, pero buscaban engañar a faraón y se oponían a la voluntad de
Dios (2 Tm 3.8-9).
Tenemos otro ejemplo
de la Escritura, alguien que hace milagros semejantes a los de Cristo, resucita
después de muerto y es capaz que una imágen cobre
"vida" y hable (Ap 13.3; 15), la tierra
entera se asombrará de las cosas que este hombre hace, viene hablando de paz (1
Ts 5.3; Ap 6.2), y viene
como un rey vencedor (Dan 8.9 y ss; 8.24 y ss). ¡El anticristo hará muchos milagros y se jactará de
ello!, al contrario que nuestro Señor, que aborrecía el exhibicionismo barato
(lee Lc 8.52), el anticristo no dudará en hacer
grandes señales y prodigios MENTIROSOS (2 Ts 2.9).
¿Demuestran su autoridad los milagros? no. Cuando el Señor vino a esta tierra,
¿cómo demostraba quien era? apelando a la Escritura, cumpliendo la Escritura:
Mt 5.17
"No
penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
abrogar, sino para cumplir."
Mt
26.23 "El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. 24A
la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él..."
Lc
22.37 "Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello
que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de
mí, tiene cumplimiento. "
Jn 5.39
"Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí".
Si Cristo hubiera
venido sólo haciendo milagros, podría haber sido muchas cosas, pero no habría
demostrado ser el Hijo de Dios, la Escritura necesitaba ser cumplida, esta es
el juez.
Es más, la misma
Biblia NOS DESANIMA A CREER EN LO MILAGROSO CIEGAMENTE, por ejemplo, se nos
dice que: "si alguien les anuncia un evangelio distinto del que ya les hemos
anunciado, que caiga sobre él la maldición de Dios, no importa si se trata de
mí mismo o de un ángel venido del cielo." (Gal
1.8, version Dios habla hoy).
Cuando Satanás intentó
hacer pecar a Jesús continuamente le retó a hacer milagros (convertir piedras
en pan, saltar desde lo alto del templo y que los ángeles lo cogieran), Cristo
apeló a la autoridad de la Palabra de Dios, ¿qué era lo que intentaba hacer
Satanás?, él le decía: "Bien Jesús, tú dices que eres el Hijo de Dios:
demuéstralo, si eres Hijo de Dios haz estos milagros", Cristo no cayó en
la trampa, apeló a la Palabra. Hoy en día se hace igual, se le dice a los
creyentes: "si eres hijo de Dios tienes que hablar en lenguas, recibir
revelaciones, tener sueños proféticos, caer al suelo, etc...
si un hombre viene de Dios tiene que hacer sanidades, convertir los empastes en
diamantes, etc...", pero nosotros que creemos en
la Palabra de Dios decimos lo mismo que Cristo: "está escrito, "el
que oye mi palabra y cree al que me envió TIENE vida eterna, y no vendrá a
condenación, más ha pasado de muerte a vida"", no necesitamos más
testimonio que el de la Biblia.
Julio
Martínez Moreno-Dávila.
Iglesia
cristiana Alfa y Omega.
juliommd@hotmail.com